facebook

viernes, 30 de noviembre de 2012


Regalo De Navidad para mis lectores y amigos, especialmente para   aquellos que se dedican al Mundo De La Política.


He tropezado por arte de birlí-birloque, en una librería de viejo, aquí en Palma de Mallorca, con un libro que lleva  sobre su lomo el curioso titulo del “Libro Del Señor de Shang”, en un principio pensé que se trataba de un cuento oriental y pase de largo buscando en los anaqueles de la librería aún no sé qué. Pero me quede con la copla, en mi cabeza resonaba ese curioso título del  “Libro del Señor de Shang”, por lo que volví sobre mis pasos, lo saque del anaquel, para echarle una ojeada y matar de una vez por todas mi curiosidad sobre aquel libro de paginas amarillentas, de olor a papel viejo, y que, por lo que se desprendía de su estado, no había sido abierto  hacia mucho tiempo o quizás nunca. Mi sorpresa fue mayúscula, tenía entre mis manos un tratado de teoría política escrito entre los siglos III o IV antes de Cristo, cuando China no era todavía un imperio. Lo compre y lo lleve a casa para leerlo, reposadamente, con plena conciencia para compararlo con otros pensadores políticos.

Sí, me sorprendió. Me sorprendió  en un principio encontrar aquel tratado de política de la china antigua. Mi sorpresa fue  aun mayor   en la medida en que  avanzaba en su  lectura. Entendí rápidamente que me encontraba ante el primer tratado de “real política” de que se tenga noticia, pero y fundamentalmente  entendí que rivalizaba con  “EL Príncipe” de Nicolás Maquiavelo y los tratados políticos de Lenin y otros pensadores, donde  se trazan, sin parangón, los lineamientos de una política absoluta, donde la Ley y la Fuerza priman sobre los sentimientos y los intereses de participación ciudadana en la cosa pública. Sus autores, en los tres casos, muestran unas cualidades psicológicas especiales para realizar este trabajo: mentes lógicas a toda prueba; conocimiento profundo de la ambición humana; Voluntad política de hacer que no se detiene ante ningún obstáculo; desprecio absoluto por sus congéneres; Y, rechazo numantino a cualquier tipo de compromiso. No es, sin embargo, un caso aislado, no, con inusitada frecuencia aparecen teóricos del estado que pretenden por “Razones de Estado” transformar la política en una proposición  demostrable lógicamente, en un  teorema.

Como muchos políticos y teóricos de la política, El Señor de Shang, pensaba, pienso yo, aquí en la cocina, que  vivía en una época de decadencia, de furiosas turbulencias sociales, crisis económica incluida que ameritaban decisiones  rápidas y efectivas, de leyes severas que impidieran el deterioro del Estado y la disolución de las costumbres mediante la destrucción, previa, de las tradiciones ancestrales que permitan la formulación de un Estado Nuevo, fuerte  y obediente. El Señor de Shang pretendía crear una sociedad compacta, unida, orientada hacia un solo objetivo: La guerra y la conquista, el sometimiento  de más pueblos y más hombres y la imposición de la nueva Ley del Estado. Para el Señor de Shang  la ley tenía que destruir y reconstruir la variedad del pueblo Chino hasta convertirlos  en campesinos y  guerreros. No había sitio para otras clases. El Poder del Estado y la Guerra y la conquista eran las metas. El Hombre, el ciudadano, eran simples fichas en su particular ajedrez.

 Pero, ¿Quién era Shang?  Shang sirvió como alto funcionario en el estado de Qin 359 a 338  antes de Cristo.   Introdujo leyes y decretos que permitieron a sus gobernantes  someter a toda China y fundar un imperio en el año 221 a. C.  Sin embargo, es poco probable que Shang escribiera el texto asociado a su nombre, pues tuvo que huir para salvar su vida después de la muerte de su patrón y fue ejecutado poco después. Vale la pena para todo estudioso de  la política  empezar comparando Shang con el pensamiento político de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), fundador de la moderna doctrina de la razón de Estado y, posiblemente, su pensador más original y continuar con los textos políticos como La República de Platón,  El Leviatán de   Thomas Hobbes,  El Ensayo sobre el Gobierno Civil de Locke, El Espíritu de las Leyes de Montesquieu, El Contrato Social de Rousseau, Discurso a la Nación alemana de Fichte, La Democracia en América de Alexis de Tocqueville, El Manifiesto Comunista de Marx y Engels, El Pacto del Mayflower, Mein Kamp de Hitler y muchas otras que al compararlas nos dan una idea clara del mundo de la política, vínculo que los une a  todos ellos  a pesar de los diversos matices.

La historia de la humanidad está jalonada no solo por los grandes acontecimientos, sino también por la creación de ciertas obras literarias y políticas, que aparecen de tarde en tarde, y que contribuyen  o empujan nuevos acontecimientos. En las obras citadas se encontraran muchas imperfecciones, desigualdades, apaños, sinuosidades y vicios propiciados por la pasión partidista y, algunas,  verdaderamente odiosas. Hay que hacer notar también, que a pesar de las taras  señaladas, en algunas de esas obras, no les impidieron obtener resonancia histórica, porque  lo que predicaban respondía particularmente a las preocupaciones, a la pasión política del momento. Por todo ello debemos cuidar  de las palabras, de la forma como las usamos, de la transcripción de nuestro pensamiento. Dice el adagio popular que, “Quien dice lo que piensa, no piensa lo que dice”, no de otra manera se puede explicar la manida definición de política en auge: “La política es el arte de lo posible”. ¿Cómo debemos traducirla? Como definición no está mal, como principio es un fiasco: Se dice, ni más ni menos, que no se puede hacer nada, que la política es el arte de engañar a los incautos. Olvidan, algunos, que la política es hacer todo aquello que este orientado al bien común, a mejorar las sociedades en que nos ha tocado vivir.

 Un ejemplo de ese tipo de totalitarismo que denuncio es el llevado a efecto por  algunos gobernantes Colombianos para quienes el libre disenso es sinónimo  de pertenecer al enemigo, al genio del malsín comprender siquiera que  es el particular derecho  a la libre expresión el que hace posible la democracia, que la constitución política, las leyes y los tratados están para cumplirlos y no solamente para pasar  de puntillas sobre ellos haciendo como que se cumplen para engañar a propios y extraños.

Como quiera que no haya encontrado  “El Libro del Señor de Shang” en la red  me permito agregarles el archivo de “El Arte de la Guerra” de Tzun Tzu considerado como uno de los mejores libros sobre estrategia de todos los tiempos, para que se regocijen en su lectura y tengan a mano enseñanzas que jamás sobran en el transcurso de la vida…


FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO  2012-2013

Carlos Herrera Rozo.

No hay comentarios: