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jueves, 28 de noviembre de 2013

¿COLOMBIA, UN ESTADO FALLIDO?

¿Colombia un estado fallido?


Estuve en Bogotá del 2 de Octubre de 2012 al 2 de Enero del 2013  y pude  comprobar, de primera mano, leyendo los periódicos de la ciudad, escuchando las noticias por la TV, oyendo la radio y visitando a mis amigos, de los cuales solo diré que están en la universidad, en el parlamento, en la judicatura y, algunos, más bien escasos, en los cuerpos y fuerzas de seguridad de estado. De todas estas fuentes extraje, para disgusto mío y también de ellos, que Colombia, esa tierra nuestra, verde y herida, es un país, gracias a las clases dirigentes Políticas, Económicas, Financieras y Administrativas un estado fallido, lo afirmo con tristeza y corrijo a aquellos que desde oscuras atalayas, me acusan, sin justificación alguna, de hablar mal de mi país, de ser comunista y de pertenecer a las farc, así como agradezco a todos aquellos que me ayudaron en la comprensión del problema.

Los estados fallidos son un concepto relativamente nuevo que, desde que en 2005 cuando el Foreign Policy  comenzó a publicar el Índice de Estados Fallidos, se ha ido difundiendo. Hablar de estados fallidos es un concepto amplio y no pocas veces confuso que lleva a algunos equívocos, pero que, cada vez se utiliza más por  aquellos que se dedican a dilucidar los problemas de la geopolítica internacional  y nacional en este mundo globalizado. (VER MAPA  1)
Uno de los axiomas de la era moderna que todo el mundo acepta es que la distancia, que  antes  nos  separaba, ha dejado de importar. Una matanza sectaria puede influir en los mercados de valores del otro lado del planeta. Unas ciudades anárquicas y llenas de bazares al aire libre pueden poner en peligro la seguridad de la única superpotencia mundial. El comportamiento errático de un dirigente aislado no sólo hace que sea aún más miserable la vida de los millones de pobres sobre los que gobierna, sino que da un vuelco al régimen de no proliferación nuclear. En otras palabras, las amenazas de los Estados débiles tienen una onda expansiva que va mucho más allá de sus fronteras y pone en peligro el desarrollo y la seguridad de países totalmente opuestos en lo económico y en lo político.


El complejo fenómeno del fracaso de una nación es tema de muchas discusiones, pero sigue comprendiéndose muy poco. Los problemas que acosan a los Estados en proceso de desintegración suelen ser muy similares: corrupción generalizada, clases dirigentes depredadoras que monopolizan el poder desde hace mucho tiempo, ausencia del imperio de la ley, graves divisiones étnicas o religiosas y desplazamientos forzados  de  la  población. Pero eso no significa que las soluciones a estos problemas deban estar cortadas por el mismo patrón. Los países en trance de fracasar difieren mucho entre sí. Myanmar (antigua Birmania) y Haití son dos de los países más corruptos del mundo, según la organización Transparencia Internacional, pero la represora junta militar de Myanmar persigue a las minorías étnicas y somete a su población a desplazamientos forzosos, mientras que Haití sufre las ruinosas consecuencias de la pobreza extrema, el desorden y la violencia urbana. En Colombia  la  presencia  de  grupos  armados  de  diferente  índole, guerrillas, fuerzas paramilitares, criminales comunes y fuerza pública, mantienen  al país  en permanente estado de  zozobra. Durante 10 años, Guinea Ecuatorial ha experimentado uno de los mayores crecimientos económicos del África subsahariana, pero su riqueza se ha utilizado para engordar las cuentas corrientes de la élite acomodada. Y en la República Democrática del Congo, la incapacidad del Gobierno para vigilar sus fronteras y administrar su vasta riqueza mineral, en poder  de las  multinacionales, ha hecho que el país dependa de la ayuda extranjera.
De alguna manera podremos afirmar que los estados fallidos son aquellos que no tienen una estructura político-administrativa que pueda garantizar un funcionamiento mínimo.  El término Estado Fallido es empleado por  politólogos, periodistas y comentaristas políticos para describir un  estado Soberano  que se considera, ha fallado en la garantía de los servicios básicos y donde la corrupción ha permeado todos los estratos de la sociedad. El centro de estudios  Fund for Peace  ha propuesto los siguientes nueve parámetros para hacer más comprensible  el concepto:  (Ver Listado de Países Fallidos)
1
Pérdida de control físico del territorio, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
El territorio es el espacio material (físico, psicológico) que precisa una determinada especie para garantizar su supervivencia; el establecimiento de los límites de dicho espacio responderá a lo que determinen los intereses de la especie en cuestión. Los estudiosos del comportamiento de las especies animales le denominan instinto territorial. Desde una perspectiva sociológica, el territorio ha sido definido como la parcela geográfica que sirve de hábitat exclusivo a un grupo de seres humanos o a un individuo. Las guerras intestinas y la  falta  de  control del  estado de los  diferentes  grupos  armados  en  conflicto permiten los  desplazamientos  humanos y  el  saqueo  de  tierras  y  bienes haciendo imposible el control territorial y por  consiguiente el uso legitimo de la  fuerza. Todo el territorio colombiano está en la  actualidad  afectado por  el  conflicto  armado y la  delincuencia  común. (Ver Mapa 1)
2
Erosión de la autoridad legítima en la toma de
Decisiones.
Dice relación a un Estado que no es efectivo, y no es capaz de aplicar sus leyes de manera uniforme, registrando por ende, altas tasas o registros de criminalidad, corrupción política,  mercado informalburocracia, ineficiencia judicial, interferencia militar en la política, o poderes civiles no estatales, con presupuesto y poder político muy superiores al del propio Gobierno, como es el caso  de las  multinacionales que  aprovechan el desorden general o participan activamente  de él para ampliar su margen de beneficios. En Colombia multinacionales como Monsanto o las  explotaciones  mineras mantienen  fuerzas paramilitares  a  su  servicio bajo  la  tapadera  de  vigilancia privada..
3
Incapacidad para suministrar servicios básicos.
Los impactos de mayor preocupación aun se encuentran a menudo a escala doméstica y comunitaria, y se relacionan con las deficiencias de infraestructura y servicios urbanos. Los habitantes de las urbes, particularmente los pobres, soportan la mayoría de las condiciones del ambiente deteriorado mediante la pérdida de salud y productividad y la disminución de la calidad de vida al carecer de  los  servicios básicos,  educación, salud, electricidad, agua potable etc.. Se elevan, a la  vez, los costos de la explotación de los recursos y su distribución (p.ej. agua, electricidad, combustibles, educación, salud e impuestos varios) a medida que se acaban los recursos económicamente asequibles y de alta calidad. Las poblaciones  indígenas  y  campesinas colombianas  carecen de los principales  servicios públicos, agua potable, centros  de  salud, escuelas etc. Y  en  las  grandes  urbes la  educación,   la  salud y el trabajo digno  no cubren las necesidades  de la población más  necesitada.
4
Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional.
Se puede decir que un estado tiene "éxito" y aceptación internacional cuando, en los términos de Max Weber, mantiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de sus fronteras. Cuando no se da esta condición (por ejemplo cuando dominan el panorama los señores de la guerra, los grupos paramilitares, y/o se presentan sistemáticas acciones terroristas), la existencia misma del Estado resulta dudosa, y se considera que es fallido perdiendo, por esta connotación, que  se  le  tenga  en  cuenta, como estado  de  pleno derecho,  en  las  decisiones internacionales.
No en  balde, en Colombia, la  organización Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) tiene un informe en el que detalla la presencia de grupos armados en las diferentes regiones del país, la consolidación de esos actores como influyentes o dominantes en los territorios y las zonas donde hierve el conflicto, debido a enfrentamientos de esos grupos contra la fuerza pública o combates entre los mismos grupos ilegales pervierte ante terceros países la  validez de las  decisiones  gubernamentales  del país…
                                           5
          Corrupción generalizada de la  administración pública.
Las consecuencias de la corrupción han llegado a magnitudes inimaginables en  casi la totalidad  de  los  países del  mundo, partiendo de la poca  credibilidad y eficiencia del sistema democrático dentro  del  mundo globalizado forzado por oscuros intereses financieros  a seguir rutas indeseables; amenazando la convivencia igualitaria de los ciudadanos; amenazando los cimientos de Estado y permitiendo un crecimiento desordenado de las funciones de ese Estado, en especial de los controles y regulaciones que estimulan el auge para nuevos focos de corrupción; la corrupción no permite el funcionamiento de ninguna dirección política, ni que se cumplan decisiones políticas en el marco de la legalidad y la equidad; se rompen los valores de las élites políticas, culturales e intelectuales; se erosiona la independencia y credibilidad en el poder judicial; en un sentido general, se perjudica el desarrollo económico de los pueblos, aumentando al fin y al cabo los precios, malgastado recursos, y bajando la calidad de los productos para pagar  las comisiones ilegales.
La corrupción se combate con educación en valores, sin mayores aspiraciones que la de modelar una ciudadana o ciudadano integrado al proceso de desarrollo de su país y de su Estado. Que se sienta que pertenece a una comunidad de valores que hace respetar la constitución y la ley. La  corrupción  de la  administración pública  y política  en Colombia  ha  llegado  a  cotas inimaginables  basta  con  citar  como ejemplo el caso  del saqueo   a la  capital del país por parte  de  los  hermanos Nule y  el Alcalde  de la  ciudad hoy en prisión.

6

                       Altos niveles de criminalidad.

Las políticas de seguridad ciudadana históricamente implementadas en numerosos Estados se han caracterizado, en términos generales, por su desvinculación de los estándares internacionales en materia de derechos humanos y en muchos casos, en nombre de la prevención y el control del crimen y la violencia, se ha apelado al uso de la fuerza saltándose la legalidad vigente.

Eso se traduce en los bajos índices de confianza que la población tiene hacia el gobierno, el parlamento, la policía y el sistema judicial. Al respecto  se subraya que las políticas de seguridad ciudadana se han desvinculado de los compromisos internacionales sobre derechos humanos y en muchos casos, en nombre de la prevención y el control del crimen y la violencia, se ha apelado al uso de la fuerza ilegal y arbitrariamente se ha permitido la creación de fuerzas militares paralelas a las  legítimamente constituidas.

Sostiene la Comisión Interamericana De derechos Humanos que, "El uso de la fuerza fuera de los marcos legales y de los estándares internacionales, junto a la incapacidad de las instituciones de enfrentar el crimen y la violencia de forma eficaz, contribuyen a incrementar la inseguridad de la población y a la  inestabilidad del estado. Así, a pesar de las transiciones políticas y las reformas constitucionales y legales, los aparatos institucionales vinculados a las fuerzas de seguridad "aún preservan características autoritarias y los mecanismos judiciales destinados a asegurar la transparencia y la rendición de cuentas aún muestran debilidades".

Además, en varios pises se ha recurrido a políticas ineficaces, basadas en el incremento de la presión punitiva, la disminución de las garantías procesales, prácticas para rebajar la edad para aplicar el derecho penal de adultos a niños y una creciente intolerancia y estigmatización de personas o grupos.

El 23 de junio de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por el crimen de Manuel Cepeda Vargas que se dio en el marco de un ataque sistemático en el cual agentes oficiales e ilegales se concertaron en contra de los integrantes de la Unión Patriótica; más de 4 mil de sus dirigentes y simpatizantes fueron asesinados o desaparecidos. La investigación formal de estos delitos contra el ex subdirector del DAS, José Miguel Narváez, se abrió en septiembre de 2009 cuando el hijo, el ahora representante a la Cámara por Bogotá, Iván Cepeda denunció que el comandante paramilitar Diego Fernando Murillo, alias ‘Don Berna’ le aseguró en una entrevista realizada en una cárcel de Estados Unidos que “Narváez le había sugerido el asesinato del congresista (Manuel Cepeda) a Carlos Castaño Gil (entonces jefe máximo de las AUC)”  (Ver mapa 3)


7

     Elevado porcentaje de refugiados y desplazados.  

El número de refugiados y desplazados en el mundo ha crecido exponencialmente en los últimos años hasta un nivel sin precedentes, un proceso que en la próxima década no sólo no revertirá sino que aumentará, según alerta un informe el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

 El estudio, titulado “El estado de los Refugiados en el mundo” , es un compendio de los movimientos de personas que han sido forzadas a abandonar sus hogares en los últimos  años y que residen de forma precaria sea en naciones terceras (refugiados) o en otras regiones de su propio país (desplazados internos).

 Las cifras citadas en el informe van hasta 2011. El texto indica que casi 43 millones de personas en el mundo han sido forzadas a abandonar su hogar, pero sólo 34 son asistidos por el ACNUR, dado que esta lista no incluye a los casi 5 millones de refugiados palestinos que están bajo la responsabilidad de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), ni a los cuatro millones de desplazados no atendidos. La mayor parte de los asistidos por el ACNUR son desplazados internos (más de 16 millones son los registrados, aunque se estima que alcanzan a 27 millones), por delante de los 10 millones y medio de refugiados que han huido a terceras naciones.

Otros 3 millones y medio son apátridas; casi tres millones más son desplazados internos retornados; 840.000 solicitantes de asilo; 200.000 refugiados retornados; y un grupo de 1.250.000 que no se incluyen en ninguna de estas clasificaciones pero que también cuentan con la asistencia del ACNUR.

Los factores que causaron que estas personas huyeran están creciendo, por lo que en los próximos diez años veremos más y más gente convertirse en refugiados o desplazados”.
Colombia es uno de los países del mundo con el mayor número de desplazados internos. Hasta mayo de 2011 el Gobierno de Colombia ha registrado a más de 3,7 millones de desplazados internos en el país. ONG como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) consideran que la cifra real de desplazados por el conflicto armado interno desde mediados de los años 80 supera los 5 millones de personas.
A mediados de 1997 el Gobierno de Colombia solicitó al ACNUR prestar su asesoría a las instituciones nacionales encargadas de atender a la población desplazada, para ello era preciso que se estableciera una oficina en el país.
Con el consentimiento del Secretario General de las Naciones Unidas, el ACNUR respondió favorablemente a la solicitud del Gobierno de Colombia y en junio de 1998 abrió una oficina en Bogotá con el propósito de contribuir al fortalecimiento de la capacidad nacional de respuesta al problema del desplazamiento. Actualmente el ACNUR cuenta con una oficina principal en Bogotá y otras 13 en diferentes regiones de Colombia.

Los desplazados internos lo pierden todo, abandonan sus hogares, bienes y medios de vida y están en constante peligro, ya sea de ser objeto de represalias, como generalmente ocurre, o que un nuevo brote de violencia haga necesario desplazarse nuevamente. A pesar de la  gravedad  de  la  situación descrita  el Presidente Santos, contra toda evidencia, ha pretendido  que  la ONU  retire  el servicio  de ACNUR  por  considerar que  vulnera los intereses del estado. (Ver Mapa 3)
8
             Degradación  económica de la población.
Los conflictos civiles recientes vienen determinados no sólo por factores identitarios, sino también por los intereses económicos propios y foráneos. Los economistas neoclásicos han considerado las guerras como acontecimientos irracionales desde el punto de vista económico, pues suponen la destrucción de capital, la pérdida de ventajas comparativas para producir y la nula  competitividad  de los  mercados etc. Sin embargo, algunos autores (Keen, De Waal, Duffield) han cuestionado esa visión, al reinterpretar los conflictos a partir de lo que denominan economía política de la guerra. En su opinión, los conflictos no provocan una destrucción irracional de la sociedad y la economía, sino una reordenación de la primera mediante unas nuevas formas de poder (los señores de la guerra), y de la segunda mediante la citada economía política de la guerra. El conflicto es el mecanismo mediante el cual se configuran y expanden esas nuevas formas de poder y de economía política, que constituyen una respuesta al debilitamiento o colapso del Estado, y a la marginación y crisis económica  de la población.
La principal aportación de estos autores ha consistido en definir la funcionalidad que el conflicto cumple para cada actor del mismo. Aunque la guerra es irracional en términos macroeconómicos, para algunos genera cuantiosos beneficios económicos, por lo que no resulta tan irracional. En efecto, aunque en las guerras hay víctimas o “perdedores”, también hay “ganadores”. Son los sectores poderosos que impulsan su desarrollo  (militares, políticos, financieros, multinacionales y comerciantes) que utilizan la violencia, la limpieza étnica y los desplazamientos forzosos, e incluso la hambruna     deliberadamente provocada, como medios para despojar a los sectores vulnerables de sus recursos económicos (tierra, ganado, reservas forestales y mineras), o forzarles a venderlos a precio de saldo. El hostigamiento militar  y paramilitar en Colombia, a los campesinos e indígenas,  para  arrebatarles  sus  tierras, es un ejemplo expedito de este caso.
Los recursos captados de esa forma se comercializan a través de complejas redes de economía paralela o clandestina, que trafican a escala nacional e internacional. Estas redes han aflorado gracias al hundimiento de la economía formal o paralelamente a ella debido a la crisis económica, así como al colapso del Estado y a la corrupción administrativa. Están controladas por empresarios, políticos y por los propios señores de la guerra, y suelen estar asociadas a determinados grupos étnicos, clanes o facciones del Estado y a  empresas foráneas interesadas en la explotación de los recursos naturales. Dado el carácter ilícito de sus actividades, el mantenimiento de estas redes (la protección de sus medios logísticos, comunicaciones, zonas de control, etc.) se lleva a cabo por medios violentos, grupos paramilitares o delincuentes comunes, lo cual lleva al choque entre los grupos que las sustentan haciendo más sangriento el conflicto.
En definitiva, muchas de las guerras civiles actuales, justificadas por la confrontación étnica, religiosa o política, responden en gran medida a la lucha por el mantenimiento de una determinada economía política de la guerra, como el control de la producción y el comercio del opio en Afganistán, o el control de la producción de diamantes en Liberia o Angola. O del petróleo  en los  países  Árabes o las explotaciones mineras o agrícolas en Colombia además del turbio manejo de las rutas del narcotráfico.

9
Aparición de grupos paramilitares que sustituyen los cuerpos y     fuerzas de seguridad del estado.
Para los estudiosos las primeras asociaciones claras entre militares y grupos paramilitares en Colombia se evidencian en la década de 1960, cuando el ejército colombiano comenzó a recibir entrenamiento contrainsurgente por parte de Estados Unidos  en la Escuela  de las Américas y a seguir las recomendaciones de incluir a civiles en su lucha contra las nacientes guerrillas. No era la primera vez que el ejército utilizaba civiles, de hecho durante la guerra civil entre liberales y conservadores durante los años 40 y 50 el Gobierno creó las “guerrillas de paz” para apoyar su acción militar.
En 1968 se legalizan las patrullas de civiles y sólo hasta finales de los ochenta son ilegalizados. De ahí en adelante se crearían grupos de defensa privados, con diferentes orígenes, pero siempre ligados a la ayuda militar y de inteligencia del ejército. Aunque todos los Gobiernos lo hayan siempre negado y sólo se haya comenzado a investigar a comienzos de los 90, existen muchas investigaciones de organismos nacionales e internacionales que evidencian  la colaboración y la connivencia de las fuerzas armadas y los paramilitares, así como la poca voluntad política para combatirlos.

Estos grupos de defensa privada, semilla de los actuales paramilitares tienen diversos orígenes. Por una parte nacen como una respuesta de los narcotraficantes contra los secuestros de sus familiares por parte de los grupos guerrilleros. El más conocido fue el MAS –(muerte  a  secuestradores)- que fue organizado por Pablo Escobar y sus socios y con el que lograron liberar a una cuñada de uno de los hermanos Ochoa, reconocidos narcotraficantes. Por la misma época, los hermanos Fidel y Carlos Castaño conformaron, con ayuda de otros ganaderos y terratenientes de la región, las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá, un grupo armado al margen de la ley que tenía como objetivo combatir a los frentes que la guerrilla tenía en el Magdalena Medio, una de las regiones más azotadas por las extorsiones y secuestros de la guerrilla.
Pero si quedaban dudas  de la intervención del estado en estos hechos aciagos el pasado 5 de septiembre el Tribunal Superior de Medellín compulsó copias a la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes para que se investigara al expresidente Álvaro Uribe Velez por su presunto apoyo en la conformación de grupos paramilitares en Antioquia. El fallo, firmado por los magistrados Rubén Darío Pinilla y María Consuelo Rincón, solicitó investigar a Uribe después de encontrar indicios de que durante su Gobernación en Antioquia, entre los años 1995 y 1997, se creó el proyecto de Cooperativa de Vigilancia y Servicios Comunitarios (Coosercom), que terminó por ser un “laboratorio del paramilitarismo” y promover las conocidas Convivir. 
He afirmado que  los Estados Fallidos  son lugares donde no hay servicios básicos que cubran ampliamente a la población, ni justicia social, ni unas fuerzas de seguridad del Estado mínimamente fiables… ni, por consiguiente, una verdadera democracia. Lugares donde, en pocas palabras, la única garantía fiable es que no existen garantías. Observar el Ranking de Estados Fallidos y encontrar en él al País en que se vive es, por decir lo menos, terriblemente amargo y descorazonador.
Los Estados Fallidos  no son el resultado de una coyuntura desfavorable, sino el resultado de siglos de políticas Nacionales  e  internacionales injustas. Sólo hay que ver que algunos de los países en lo alto del ranking han sido invadidos o tutelados por coaliciones internacionales que, sobre el papel, tenían que ayudar a mejorar la situación de esos países y que vistos los resultados han fracasado estruendosamente.  Eso no quiere decir que todas las naciones en proceso de descomposición sean víctimas del olvido mundial. Irak y Afganistán, los dos frentes principales en la guerra contra el terrorismo, empeoraron a lo largo del año pasado. Sus experiencias prueban que no sirve de nada que se destinen miles de millones de dólares de ayuda a la seguridad y el desarrollo si no van acompañados de un gobierno con capacidad de actuar, dirigentes dignos de confianza y planes realistas para mantener la paz y desarrollar la economía sin pensar más allá  de  los intereses económicos  que  los  mueven. Igual que existen muchas formas de alcanzar el éxito, también hay muchas maneras de caer en el fracaso.
Desgraciadamente, además, parece que ser un Estado Fallido  es una enfermedad de la que difícilmente se puede salir, ya que, con algunas excepciones, la mayoría de estados que están en los primeros puestos del  ranking han repetido los últimos años en posiciones similares. Cada Estado es un caso diferente, pero muchos son ricos en recursos naturales desde petróleo o gas, hasta minerales básicos para el desarrollo de las últimas tecnologías como el COLTAN, o unas tierras ricas para la producción agrícola, como es el caso Colombiano, donde  todos estos factores se cumplen. Su riqueza no justifica su posición en esta lista. En cambio,  vemos con nostalgia,  como entramos en  este círculo perverso y la degradación social facilita que acabemos  siendo la base de todo tipo de actividades  delictivas, como el comercio de armas, de drogas y de recursos naturales  cedidos, sin mayores controles, a las grandes multinacionales que controlan su comercio. Además, ha de tenerse en cuenta, la corrupción administrativa desde las más altas esferas del estado, hasta las alcaldías de los municipios más pequeños.
Esta situación interna y los pobres resultados de las grandes misiones mediáticas  Internacionales para darles apoyo, muestran la necesidad  perentoria de establecer mecanismos de control  y  de gobierno que permitan afrontar estas situaciones desde una óptica más razonable a medio y largo plazo, lejos de los intereses de los países que los "ayudan", cuando realmente prima un interés para controlar la gestión de los recursos naturales, tanto vegetales  como minerales.
Debemos tener presente  que, en estos países, la gestión de los recursos naturales y los modelos de producción están lejos de un desarrollo sostenible habida cuenta de que su legislación al respecto adolece  de profundos fallos o de controles efectivos para que se cumpla. Estados donde la educación, la sanidad o el acceso al agua potable son una quimera, la lucha por la conservación del medio ambiente no es sino una ilusión. Es decir, que a pesar de que exista una legislación aceptable, sencillamente es inexistente  porque nadie la cumple  y esto ocurre en zonas de gran riqueza biológica, con recursos hídricos importantes, amplias zonas de cultivos y riquezas  en el subsuelo muy codiciadas por los  grandes tiburones financieros. Un país, cualquiera que él sea, no puede darse el lujo de dejar en manos extrañas, sin controles efectivos, la explotación de sus recursos naturales.
Los estados fallidos son fracasos no solamente Nacionales, sino globales, que afectan el conjunto de naciones y que piden y necesitan  legislaciones claras  y respuestas globales que no afecten su estabilidad. Por ello, una buena gestión de estos estados es necesaria para construir un mundo sostenible y en paz.
Acabar con los estados fallidos es una cuestión de justicia social. Por ello, es responsabilidad de los gobernantes de todo el mundo, de toda la sociedad,  implicarse  en conseguir  derrotar la corrupción  y dotar a la justicia  de  todos los elementos legales indispensables para evitar que se burlen las normas que rigen el buen funcionamiento del estado, y garantizar con ello, la viabilidad económica y democrática del Estado. ¿Es una Utopía? ¡No!. Sencillamente, un acto imprescindible para todos los que vivimos en este planeta.
NO es  sorprendente que dentro de esta lista de los países fallidos se encuentre Colombia, a pesar de todo el esfuerzo que se afirma haber  hecho en los últimos años para consolidar su legitimidad, su soberanía y su crecimiento económico, a pesar de ello, aparece en el listado con el número 52.
En el listado se tiene en cuenta la presión demográfica, el número de refugiados, el desarrollo desigual de la población, declive económico, derechos humanos, independencia judicial, servicios públicos, fuerza pública, élites faccionalizadas, grupos de presión, función democrática  e intervención extranjera.
De acuerdo con el analista Larrazábal “este estudio da a conocer por tercera vez que Colombia desde el 2009 hasta este año, aparece dentro de la lista de Estados Fallidos, y de las razones que la revista esgrime esta el tema de corrupción, falta de infraestructura e incluso la aplicación al derecho en salud, conflicto interno, conflicto étnicos, refugiados entre otros” y he  de agregar importantes fallos del sistema judicial colombiano.
Según el estudio, dentro de los países de Latinoamérica, Bolivia, Haití y Colombia aparecen dentro del listado, lo que es sorprendente porque quiere decir que los colombianos estamos a la par de estos dos países en cuanto a estructuración política y administrativa del Estado, lo que podría ser desproporcionado, pero no bastan los esfuerzos del Gobierno, si fallan los cuerpos colegiados en el diagnostico de los problemas y si además la Justicia que es la base de  cualquier democracia se encuentra constantemente en entredicho y no hace cumplir , independientemente de a quien se aplique, la ley . Un estado que envía a sus reos al extranjero para que sean juzgados, por delitos menores, mientras que sus grandes crímenes quedan impunes, no tiene solidez, ni puede presentarse como Estado Soberano…
Es prudente  anotar  que  a día  de  hoy  se  adelantan conversaciones de paz con las FARC  en  la  Habana, Cuba,  a instancias  del  Ejecutivo y  con  el apoyo internacional de la ONU quien ha  recomendado que: “Debe destacarse la importancia de que un proceso de negociación se enmarque en parámetros y criterios apropiados, que permitan evitar los riesgos de una negociación infructuosa con la cual se desgasten las expectativas de la población y se recrudezcan las respuestas estatales represivas. Debe tenerse presente la conveniencia de una negociación adecuadamente estructurada y de contenido, que incluya tempranamente compromisos de derechos humanos y de derecho internacional humanitario. Asimismo, la consideración de la eventual reinserción de los alzados en armas y del tema de la reconciliación, de manera compatible con la lucha contra la impunidad y el respeto de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, pueden constituirse en garantías claves para una paz sostenible” Confiamos  los Colombianos que el proceso  de paz  no sea  malogrado por  los  señores  de la  guerra.
.Recopilando diremos que, los estados fallidos, escribe Chomsky, son aquellos que carecen de capacidad o voluntad política" para proteger a sus ciudadanos de la violencia y quizás incluso de la destrucción" y "se consideran más allá del alcance del derecho nacional o internacional". Padecen un grave "déficit democrático" que priva a sus instituciones de auténtica sustancia. "
Mapa de Estados Fallidos: En color purpura los Estados Fallidos en la actualidad: Colombia en el puesto 52.


 MAPA 1
 
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LISTADO DE PAISES FALLIDOS




MAPA 2






MAPA  3






Mapa 4







martes, 27 de agosto de 2013

A PROPÓSITO DE LOS MALOS GOBERNANTES…

El Presidente  Santos, y todos sus antecesores en el cargo, se han educado en los Estados Unidos y, con su peculiar forma de gobernar, han demostrado que no han aprendido nada de la historia política de ese gran país, ni la del nuestro y muchísimo menos de la historia de la antigüedad. Decía  José Ortega y Gasset, en su Historia Como Sistema que, “El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, apilados piedra sobre piedra durante miles de años (…) Romper la continuidad con el pasado, querer empezar de nuevo, denigrar al hombre y plagiar al orangután. Fue un francés, Duppont Withe, quien alrededor  de 1860 se atrevió a exclamar: “La continuidad es un derecho del hombre; es un homenaje a todo aquello que lo distingue de la bestia”. Por todo ello debemos suponer que nuestros gobernantes le dedicaron su tiempo a labores más lúdicas y menos esforzadas que el estudio razonado y crítico de la historia de los pueblos.

Los Padres fundadores de los Estados Unidos eran por su misma concepción  del mundo y de la vida, por sus creencias filosóficas y religiosas, pesimistas constructivos, tanto que se esforzaban al máximo en todo aquello que, bajo su mirada crítica, amenazaba con torcerse en las relaciones humanas frente al acontecer político. Es por ello que sorprende, a propios  y extraños, que nuestros gobernantes y la clase dirigente que los mantiene económicamente se hayan equivocado tanto en la toma de decisiones para encarrilar el país hacia un futuro cierto. No nos sorprende la actitud del Presidente Santos al dar un paso atrás en relación con los acuerdos de paz que se discuten con los representantes de las FARC en  Cuba, presentando ante los negociadores una propuesta  políticamente incorrecta aunque aparentemente democrática: Someter a referéndum los acuerdos de paz. Con esta actitud, el Presidente, en lugar de mostrarse fuerte ante sus legítimos contradictores, ante los ciudadanos y  ante los cuerpos colegiados, demuestra una debilidad  inconmensurable, como si careciera de los apoyos necesarios para llevar a buen puerto las negociaciones de paz y la tranquilidad a toda la nación. Su actitud deja entrever que  su decisión depende más de las presiones externas frente al próximo debate electoral o al  sometimiento de intereses de terceros, sean estos foráneos o nacionales. Sea como fuere, las conversaciones de paz exitosas requieren de un poder centralizado. No debe perderse la perspectiva de que solo los gobernantes con un poder bien cimentado,  tanto dentro de los cuerpos colegiados como de la conciencia ciudadana, ­– Nótese  que no hago mención alguna de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado por considerar que su misión está claramente delimitada en Colombia  por la constitución y la ley en su Artículo 217-  pueden garantizar las aspiraciones de paz y de concordia exigidas por la ciudadanía en general y tan manoseadas por los que  desean que el estado general de guerra, que tanto les conviene a sus intereses económicos continúe.

Para colmo de la situación en la que se vive en el país, el señor Presidente Santos, como todos sus antecesores desconocen, mas por pereza que por devoción, la psicología de sus conciudadanos: no es posible cambiar la mentalidad y el corazón de un pueblo cuando llevan centurias de padecimientos y dificultades, luchas y odios sembrados en sus corazones por la clase dirigente, política y económica, que siempre los ha  gobernado. No se pueden cambiar estas conductas si no existe una verdadera voluntad política de hacer, pensando más en la nación que en intereses espurios de terceros. Por la misma razón, no se debe recurrir al expediente del constituyente primario para descargar, sobre los ciudadanos, las responsabilidades que como gobernantes les otorga la constitución y la ley disfrazando un acto demagógico de democrático. Es verdad que el acto constitucional del referéndum, en relación con las  negociaciones de paz, parece democrático, pero solo eso, parece y nada más toda vez que la conciencia ciudadana es manipulada por la clase política, por los medios de comunicación, por los intereses financieros y por la  falta de voluntad para vivir  bien informados.

El desconocimiento de la historia, tanto antigua como moderna, mas aun, la de su propio país, hace actuar a estos gobernantes de forma irracional, prevalidos del poder sobrevenido que les otorgan los ciudadanos con su ejercicio democrático. Los gobernantes, olvidando el mandato constitucional, utilizan mas la fuerza y la violencia que la razón, haciendo uso abusivo de las nuevas tecnologías, tanto armamentísticas como de comunicación, toda vez que estos nuevos ingenios les permiten romper el vinculo emocional entre un acto violento y su actor, convirtiéndose en verdaderos depredadores de su propio pueblo. El ejemplo más cercano lo tenemos en la revuelta campesina que sacude en estos días los cimientos de la  nación y que ponen al descubierto las verdaderas intenciones del TLC con los Estados Unidos, y el uso desmedido de la fuerza pública, infringiendo con ello la constitución y la ley que han jurado defender...-


Permítaseme, para finalizar esta nota, citar el pasaje más importante del Leviatán de  Hobbes, donde describe la vida sin un poderoso gobierno civil: “Por tanto, todas las consecuencias que se derivan de los tiempos de guerra, en donde cada hombre es enemigo de cada hombre, se derivan también de un tiempo en que los hombres viven sin otra seguridad que no sea la  que les procura su propia fuerza y su habilidad para conseguirla. En una condición asi, no hay lugar para el trabajo, ya que el fruto del mismo se presenta como incierto;y, consecuentemente, no hay cultura de la tierra; no hay transportes seguros y no hay uso de productos que deban exportarse, no hay construcciones de viviendas populares, no hay conocimientos, no hay artes  ni letras; no hay sociedad. Y, lo peor de todo, hay un constante miedo y un constante peligro  de perecer con muerte violenta. Y la vida del hombre es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta…”

Carlos Herrera Rozo.


sábado, 10 de agosto de 2013

¡QUE CULTIVEN EN MACETAS!

“El derecho al derroche, privilegio de unos pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica”
                                                                                                                                                       Eduardo  Galeano.
PROHIBIDO SER CAMPESINO

Mientras Pancho Villa, eufórico cuatrero, incendiaba el norte de México, Emiliano Zapata, melancólico arriero, encabezaba la revolución del sur.
En todo el país, los campesinos se alzaban en armas. “La justicia se subió al cielo, aquí ya no está – decían”. Para bajarla PELEABAN. Que más remedio.
Al sur el azúcar reinaba, tras las murallas de sus castillos, y el maíz mal vivía entre pedregales. EL MERCADO MUNDIAL HUMILLABA AL MERCADITO LOCAL, Y LOS USURPADORES DE LA TIERRA, DE LAS SEMILLAS Y DEL AGUA ACONSEJABAN A SUS DESPOJADOS: ¡Que cultiven en macetas!
Los alzados en armas eran gente de la tierra, no de la guerra, que suspenderían la revolución por sembrar y cosechar.
Sentado entre los vecinos que charlaban de gallos y caballos a la sombra de los laureles, Zapata escuchaba mucho y poco decía .Pero este callado logro que la buena nueva de su reforma agraria alborotara las comarcas más lejanas, EXPULSANDO A LOS INTRUSOS.
Nunca la nación Mexicana fue tan cambiada.
Nunca la nación Mexicana fue tan castigada por cambiar.
Un millón de muertos. Todos, o casi todos,  CAMPESINOS,  aunque algunos vistieran uniforme militar,,,
                                                                                                                                                       Eduardo Galeano…

Monsanto es una empresa delincuente. Hay pruebas concretas de ello.  Ha sido  condenada varias  veces por sus actividades industriales, por ejemplo el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta. Los conocimientos actuales sobre toxicidad de esas moléculas son las siguientes: En caso de exposición aguda con dosis importantes, el riesgo de una infección cutánea llamada cloracné es cierto, los riesgos teratógenos y cancerígenos están muy sospechados ( el último fue demostrado en el caso de la dioxina tipo Seveso).  Otros riesgos sospechosos pero no ciertos son trastornos del sistema inmunitario, del sistema endocrino, de la función hepática, de la reproducción, de enfermedades cardiovasculares y neurológicas. Durante 50 años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con otros dos herbicidas producidos por Monsanto, que formaron el cóctel llamado “agente naranja” utilizado en la guerra de Vietnam, y también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es más, manipuló estudios para esconder la relación entre las dioxinas y el cáncer. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca  ha aceptado  su pasado ni ha aceptado responsabilidades.  Es su  línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.

Tiene prácticas comunes en todos los países donde actúa. Monsanto esconde datos sobre sus productos, pero no sólo eso, también miente y falsea estudios sobre sus productos. Otra particularidad que se repite en Monsanto es que cada vez que científicos independientes tratan de hacer su trabajo a fondo con los transgénicos, tienen presiones o pierden sus trabajos. Monsanto también es sinónimo de corrupción. Dos ejemplos claros y probados son el intento de soborno en Canadá, que originó una sesión especial del Senado canadiense, cuando se trataba la aprobación de la hormona de crecimiento lechera. Y el otro caso es en Indonesia, donde Monsanto fue condenada porque corrompió a cien altos funcionarios para poner en el mercado su algodón transgénico. No dudamos que hay más casos de corrupción donde Monsanto es quien corrompe. Valdría la pena que  Álvaro Uribe Vélez  y Juan Manuel Santos explicaran al pueblo Colombiano y al parlamento como  y porque Monsanto ha entrado al país con las prerrogativas  que le permiten pasar por encima de la Constitución.
–La meta de Monsanto, a día de hoy, es controlar la cadena alimentaria a escala global. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la “revolución verde”  que lleva adelante Monsanto, ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental -correspondiente. Ahora estamos en la segunda etapa de esa “revolución verde”, donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento y como se  sigue manteniendo a través de los mas -media y de funcionarios locales corruptos. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo.  Vende el paquete tecnológico completo, semillas patentadas y el herbicida obligatorio para esa semilla. Monsanto  hace firmar un contrato por el cual prohíbe conservar las semillas vernáculas y  obliga a comprar Roundup, No se puede utilizar un glifosato genérico. En este modelo Monsanto gana en todo, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Mucho antes de permitir el ingreso de Monsanto a Colombia el gobierno, o los gobiernos implicados, han debido estudiar en profundidad el desarrollo de dicha empresa en países como la India, países africanos, Argentina, Brasil o Uruguay que están más cerca.
No se puede olvidar que Monsanto  tiene el derecho de propiedad intelectual de sus productos. Eso significa,  que les hacen firmar, a los productores que utilizan sus servicios,  un contrato en los que se comprometen a no conservar parte de sus cosechas para resembrar el año próximo, lo que suelen hacer los agricultores de todo el mundo. Monsanto lo denuncia como una violación de su patente. Entonces Monsanto envía la “policía de genes”,  detectives privados que entran a los campos, toman muestras, verifican si es transgénico y si el agricultor ha comprado sus semillas. Si no las han comprado, realizan juicios y Monsanto gana. Los gobiernos envían el ejército y la policía, destruyen los cultivos decomisan semillas no transgénicas  y LOS CAMPESINOS VAN A LA CARCEL. Es parte de una estrategia global: Monsanto controla la mayoría de las empresas semilleras y patenta las semillas, exigiendo que cada campesino compre sus semillas.
El Roundup, que forma parte del paquete que vende Monsanto. es un producto altamente toxico que está prohibido su  uso en Europa y que muchas comunidades indígenas  y campesinas en el mundo han demandado denunciando sus efectos perversos. Su  impacto es  increíblemente silenciado. Nadie puede negar lo que traen aparejadas las fumigaciones con este herbicida, totalmente nocivo. De hecho, en Dinamarca,  ya fue prohibido por su alta toxicidad. Es urgente analizar, antes de  permitir  su utilización e ingreso en el país, el peligro de los agroquímicos y los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
Los  Gobiernos, tanto del Señor Uribe, como del Señor Santos, han justificado el ingreso al país  de las Multinacionales Agrarias so pretexto de una mayor producción y mayor empleo. Las dos premisas son falsas. Argentina es el mejor ejemplo de esa mentira. ¿Qué tal le ha ido con la sojización del país? Se ha perdido en la producción de otros alimentos básicos y aún hay hambre en el país además de la contaminación ambiental, especialmente, de los recursos hídricos a la desaparición de especies animales y vegetales y la consiguiente aparición de nuevas plagas.. Este modelo es el modelo del monocultivo, que acaba con otros cultivos vitales. Es una transformación muy profunda de la agricultura, que lleva directo a la pérdida de la soberanía alimentaria, y lamentablemente ya no depende de un gobierno para poder revertirlo. En relación con una mayor mano de obra que será contratada también es un argumento falso, la mecanización del campo requiere menos mano de obra y produce el consiguiente desplazamiento de los campesinos que se dedicaban a la agricultura a buscar nuevas posibilidades de vida en las ciudades.
PERMITIR EL INGRESO DE LAS MULTINACIONALES AGRARIAS  ES ADMITIR UNA NUEVA DICTADURA  en el sentido de un poder OMNIMODO, que abarca todo EL SECTOR AGRARIO Y DE CONTERA EL SECTOR ECONOMICO. Hay que tener  razonablemente claro que  quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario, permitido y aprobado por el estado y por todos aquellos que desde sus puestos de mando sin poner objeciones admitieron el desaguisado. Lo que  denunciamos es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina “las repúblicas unidas de la soja”. Estamos en presencia de un programa político  y empresarial con fines muy claros: Enriquecer a unos pocos  a despecho del mal que pueda causarse. Nos preguntamos, por ejemplo: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Colombia? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, el gobierno no lo decide por cuanto  CEDIO LA SOBERANIA EN MONSANTO, LOS PRODUCTORES NO PUEDEN DECIDIRLO TODA  VEZ QUE ELGOBIERNO LES AREBATRO EL CONTROL DE LAS SEMILLAS PARA ENTREGARSELA A UN TERCERO EXTRANJERO. EN ADELANTE, QUIEN DECIDE ES MONSANTO. La multinacional decidirá  qué se sembrará, en donde y como, sin importarle que diga el gobierno, al fin y a la postre la soberanía fue cedida con el TLC CON LOS ESTADOS UNIDOS , y las decisiones agrarias las tomara la empresa, MONSANTO. Lo peor está por  venir,  el modelo de agro- combustibles que acarrea más monocultivo intensivo. A estas alturas, queda claro que el monocultivo con las nuevas técnicas y estrategias agro-químicas  es la pérdida de biodiversidad  y el medio ambiente sostenible, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. No hay dudas de que el monocultivo que pretende implantarse, ya sea de soja o para biodiesel, es el camino hacia el hambre, y, económicamente, hacia ninguna parte, toda vez que las ganancias irán a parar a paraísos fiscales.
Que Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos se hayan convertido en los  mejores lobbistas de las multinacionales agrarias, es, por decir lo menos, lamentable. Es verdad que las multinacionales agrarias  les presentan estudios, revistas, fotografías etc, etc,etc… para convencerlos, pero no es menos cierto que los gobiernos deben ser más exigentes y pedir información a organismos  internacionales y científicos sobre las prácticas de estas entidades antes de dar el paso adelante, tanto más, si está en juego la soberanía de la  nación en un asunto tan importante como es la biodiversidad y la sana alimentación de la población.
Pero no solamente los gobernantes son  responsables de este hecho. Los periodistas, los científicos nacionales, los productores y el pueblo en general también son responsables por cuanto han permitido que empresas criminales tomen asiento en el país. En todo lo referido a los transgénicos, la prensa no trabaja seriamente. Los medios miran la propaganda de Monsanto y la publican sin cuestionamientos, como si fueran empleados de las empresas agrarias. También es público que Monsanto invita a comer a los periodistas, les hace  regalos, los lleva de viaje a Saint Louis (donde está su sede central); los periodistas van muy contentos, pasean por los laboratorios, no preguntan nada y ya. Así funcionan los medios con Monsanto. También registré casos en los que Monsanto busca, en cada medio de comunicación, un defensor. Establece contacto con él y logra opiniones favorables.  Si hay corrupción o no  es un asunto de conciencia del periodista en cuestión, pero  Monsanto logra su objetivo.
Es bueno aclarar que  los alimentos de origen transgénicos alimentaran la industria farmacéutica. Jamás  terminaran  con el hambre en el mundo. Con el modelo de la agricultura transgénica están condenando a la humanidad a la pobreza, al hambre y a nuevas enfermedades.  La salud humana y, por consiguiente, la alimentación de la población deberían estar fuera de toda especulación económica y política. Los políticos, los gobernantes, los científicos y los medios de comunicación  deben saber, y de hecho lo saben, que la alimentación en el mundo, se combate respetando la naturaleza, la biodiversidad y  los recursos naturales basándose  en una agricultura sostenible , todo lo opuesto al actual sistema que nos debe llamar a la reflexión y tomar consciencia de esta realidad.
Monsanto y las multinacionales agrarias ESTAN LLEVANDO A LA RUINA A LOS PUEBLOS DONDE SE HAN INSTALADO  ¡El problema NO es Monsanto!  El problema son los Gobiernos de turno que abren las puertas para que ingresen al mercado las empresas multinacionales, sin que previamente, no se hayan efectuados los estudios que pudieran garantizar a las poblaciones que NO corren riesgo alguno. Sin consultar con nadie, sin hacer estudios concisos y  a ojos vendados aceptan los dictados de los científicos que las multinacionales les venden. Sin embargo, gracias a científicos independientes y a la incansable labor que viene realizando organizaciones de interés público, han sacado a la luz los riesgos que significan para la salud humana y que los gobiernos deberían tomar en serio  para y enfocar con responsabilidad su atención a las evidencias científicas que alertan el peligro de los transgénicos. Como ejemplo, vale la pena citar  que en  el Valle del Conlara, Argentina, se producen semillas de Monsanto que fueron prohibidas en la Unión Europea por ser una amenaza a la salud pública.

Y, mientras todo esto ocurre, los campesinos son perseguidos, despojados de sus tierras o enviados a la cárcel, por utilizar, como lo hicieron sus abuelos, las semillas vernáculas, protegidas por la constitución y la ley.  ¡Que cultiven en macetas!  Es la orden gubernamental…


Carlos Herrera Rozo









domingo, 20 de enero de 2013


MAS SOBRE LO MISMO…
He leído, en los últimos días, el libro “La Teoría de la Cosa Pública”  de James M. Buchanan, quien descubrió que era posible la aplicación y la extensión de la teoría económica a las elecciones políticas y gubernamentales, hallando además que era posible extender dicha teoría a las decisiones de los ciudadanos a efectos de hacer posible la elección entre los diversos partidos o ideologías existentes en el mercado político. Dicho descubrimiento le valió el premio Nobel de economía en 1986. Si bien es cierto que no estoy en todo de acuerdo con él, no es menos cierto que varios de sus conceptos tienen cabida dentro de cualquier sistema democrático abierto.
Los economistas se han dedicado, por entero, a estudiar con toda dedicación y esfuerzo el funcionamiento de los mercados, pero con raras excepciones a explicar las decisiones políticas, sin percatarse  de que la maquinaria del estado maneja tantos o más recursos que el sector  privado. Es curioso, por decir lo menos, que no se hayan usado los recursos de la ciencia económica y sus potentes instrumentos para analizar en profundidad los comportamientos de la cosa pública en el funcionamiento del Estado. Antes de las dos Guerras Mundiales, la participación del Estado sobre la economía era mínima. En la segunda mitad del siglo XX alcanzó niveles elevados y una alta tasa de bienestar público en los países desarrollados. En este contexto, James Buchanan, premio nobel de economía, se preocupó esencialmente por entender "cómo funciona la política en la práctica"... Con él nació la teoría de la toma de las decisiones públicas, una nueva rama de la economía  para adaptar las decisiones públicas a las necesidades básicas del estado sin perder de vista el interés general. El "homo politicus" es "homo economicus" y, al igual que un empresario, el hacedor de políticas públicas actúa fundamentalmente guiado por su propio interés alejado del interés general. Ello que se requiera de nuevos enfoques de la teoría política dentro de la vida constitucional para evitar, en lo posible, movimientos perversos que perjudiquen a la población en la que se aplican sus principios. Precisamente, esta delegación  en la toma de decisiones hace que las pensiones, la educación, la salud, las relaciones laborales, los servicios públicos y también el medio ambiente queden a merced de decisiones burocráticas en manos de políticos con compromisos poco éticos  que no necesariamente se guían por el "bien común".
La ciencia económica basa sus análisis en las motivaciones de los consumidores, financieros, inversores, empresarios, etc.,  sustentados  en el interés individual. Ahora bien, la visión que  se tiene de los gobiernos es bien diferente: damos por sentado que  su acción debe de  ser paternalista, desinteresada y generosa buscando con afán el bien común. Pero nos encontramos, más pronto que tarde, con déficit presupuestarios, crecimiento inadecuado de la administración pública, corrupción en la toma de decisiones para favorecer a determinados grupos de presión, fenómenos que deben desaparecer  en el manejo del estado y ser, por consiguiente, incompatibles  con el  buen funcionamiento de la cosa pública. Lo cierto es  que los políticos actúan mas guiados por sus mezquinos intereses que por favorecer el bien común…
Esta forma de actuar ha permeado todos los estamentos sociales y se ha  apoderado, de alguna forma, de la conciencia colectiva: hacer dinero pronto y  fácil  es el leit motiv de la gran mayoría de los ciudadanos. ¿Por qué ha sido tan fácil aceptar esta conducta delictiva? No requeriremos de demasiada imaginación y perspicacia para encontrar sus causas mediatas e inmediatas: La clase dirigente Colombiana, política, empresarial, financiera y comercial se ha dedicado más, en los últimos  cincuenta años, al saqueo del estado que al servicio a la comunidad a la cual dicen que sirven. Lo verdaderamente lamentable es  que la corrupción que observamos todos los días en las altas esferas del estado no ha sido  fácil de asimilar por la sociedad en general toda vez que  el mundo de la política, su discurso, insiste en su motivación generosa y desinteresada para ocultar, mañosamente, sus verdaderos intereses y motivaciones egoístas. Sostienen campañas intensas por los medios de comunicación, para desviar la atención de los ciudadanos, para impedir a toda costa y sin conflicto, que tan corrosivas ideas y actitudes criminales puedan ser analizadas por la comunidad en general.
Como quiera que tengamos que aceptar el carácter interesado de la política también debemos exigir que se establezcan nuevas reglas y controles apropiados para que el sistema gubernativo cumpla sus funciones, aceptablemente, aunque los individuos que gestionen  la cosa pública sean egoístas e interesados. Es decir, que debe diseñarse una estructura estatal Constitucional lo suficientemente rígida que reglamente los incentivos de los dirigentes políticos de manera que sea difícil que pasen por encima de los intereses generales. En otras palabras, debemos exigir que la maquinaria del estado deba funcionar con independencia de que los políticos sean estos  generosos o egoístas, sancionando  la corrupción con penas lo suficientemente duras para que,  quien piense delinquir, sepa  cuál será el monto de su delito contra  toda la sociedad.
Soy un demócrata convencido pero he de reconocer, como muchos lectores, que el voto es un instrumento insuficiente, imperfecto e indirecto  para el buen funcionamiento del estado, entre otras muchas razones, porque el ciudadano no está lo suficientemente informado, pero sí lo suficientemente desinformado por los mas media, para asistir a las  urnas concienzudamente. Los costes para obtener una información relevante que le permitan al ciudadano tomar una decisión consiente son muy elevados dado que tendrá que investigar en fuentes diversas para tener una  respuesta satisfactoria a sus dudas y votar en consecuencia. El ciudadano es consciente, además, de que su voto individual no tiene repercusión alguna sobre el resultado final de las elecciones. En síntesis, tendremos que convenir que, un gobierno al cual los ciudadanos solo tienen acceso para su control cada cuatro años tendera a favorecer sus intereses egoístas y a alejarse cada vez  mas de los intereses de la ciudadanía si no existen elementos constitucionales de control efectivos. En el caso Colombiano, el problema tiende a agravarse cada vez más, toda vez que, las listas electorales son cerradas y manejadas a dedo por los dirigentes de los partidos políticos y a que la casta política Colombiana se mantiene estrechamente unida por lazos familiares, estrechos vínculos económicos y la misma ideología en la comprensión del Estado.
El Economista James Buchanan, premio nobel de Economía, propone una estructura de elección colectiva en dos niveles: política ordinaria, para la toma de decisiones del día a día y la política Constitucional o el procedimiento por el cual se rigen las  reglas de juego, trabas y restricciones, normas legales de estricto cumplimiento y sanciones ejemplares para su incumplimiento, dentro de las cuales deben  actuar obligatoriamente las decisiones gubernamentales. Es la norma constitucional la que requiere un diseño meditado y acotado a los intereses de la sociedad, en la que se ha de aplicar, teniendo siempre en cuenta que el hombre, el ciudadano, sustituye con mucha facilidad  el imperio de la ley, cuando este es flácido y permisivo, por las complejidades de la corrupción y el soborno. Es aquí, y no en otra parte, donde  debemos buscar las causas fundamentales del rotundo fracaso del sistema político Colombiano, viciado desde su raíz y carente de las normas legales y constitucionales apropiadas para detener el caos que nos coloca en la lista de Estados Fallidos en el puesto Nº 52.
Una de las líneas de investigación  de la “Cosa pública” fue la teoría de la “búsqueda de rentas no competitivas”, dado que las decisiones  gubernativas tienden a  favorecer a determinados grupos de poder dejando de lado el interés general. Los grupos de presión, especialmente los empresariales y de forma considerable los dedicados a la especulación con el ladrillo gastan inmensos recursos económicos con el objetivo de adquirir el favor de la clase gobernante: Una simple regulación  que impida el acceso libre de los competidores al mercado, ayudas generosas a una industria concreta, contratos públicos  en condiciones ventajosas, tratos fiscales laxos, constituyen pequeñas y discretas  decisiones que proporcionan a sus destinatarios enormes  beneficios que de otra manera serian difíciles de conseguir, de ahí , de su privilegio, se deduce su carácter de renta no competitiva.
Ante  la perspectiva de  tanta lluvia de millones, obtenidos con tanta facilidad, los grupos empresariales  se muestran  dispuestos a cualquier gasto, donación al partido, regalo en metálico o transferencia a cuenta en paraíso fiscal o garantía de un puesto en consejo de administración tras el mandato, con el fin de inclinar la voluntad del político hacia la concesión del favor. Ello explicaría que, en respuesta, en países como Colombia,  los gobernantes promulguen una auténtica salva de complejas leyes, normas y regulaciones que protegen de la competencia a los grupos privilegiados y lesionan ostensiblemente el interés general. O que impulsen legislaciones fiscales complejísimas, siempre llenas de excepciones y agujeros por los que puedan colarse aquéllos que compraron sus voluntades. Un ejemplo desgraciado de estos malos manejos es el del generall (r) Santoyo, con quien paso algo similar: si bien es cierto que este alto ex oficial tuvo, para vergüenza nacional, relaciones con los paramilitares y con la ‘Oficina de Envigado’, el ex presidente Uribe no fue el único que lo protegió en el pasado.  A Santoyo lo ayudó gran parte de la clase dirigente del país, la gran mayoría pendiente de sus intereses  y de obtener más ganancias por medios ilícitos, los otros, los menos, absolutamente ciegos sobre sus macabras relaciones. Del ex general  ¿Queremos saber qué pasó?  Claro que sí. Los tribunales de Justicia tienen la obligación imperativa de dilucidar responsabilidades ante la opinión pública nacional y no ceder las responsabilidades en terceros,  además foráneos, ajenos a la realidad nacional.
A la hora de medir estas cantidades,  nos sorprendemos. A pesar de los miles de millones en rentas que podían suponer todas estas medidas, los grupos empresariales sólo necesitan gastar una pequeña fracción de todo ese montante para conseguir los favores. Ciertamente, los gobernantes reciben muy poco en relación a lo que conceden. Quizás nunca lleguemos a conocer el volumen que alcanzan los pagos por privilegios y las comisiones reales que las grandes empresas pagan a los políticos en Colombia habida cuenta de la manifiesta dejación de los órganos de justicia sobre el estricto cumplimiento de sus competencias. No debemos olvidar que los hombres están lejos de la redención, que la única solución consiste en comparar unas ambiciones con otras y unos intereses con otros y en comprender, para bien o para mal, que si los  hombres fueran ángeles no necesitaríamos leyes fuertes y bien estructuradas y normas constitucionales inflexibles que las hicieran cumplir. Así mismo tenemos que entender que no se puede cambiar la mentalidad  y el corazón de una persona al cabo de siglos de dificultades, luchas  y odios en cuestión de semanas o meses. No es posible. Así que tenemos la doble tarea de recuperar el Estado para el servicio de los ciudadanos y de reeducar a los ciudadanos para el servicio de la nación.

Carlos Herrera Rozo.