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sábado, 19 de julio de 2008

A VUELO DE NEBLÍ ALIGERO VIII

A VUELO DE NEBLÍ ALIGERO VIII

LA MONARQUIA, EL ELENISMO.

La característica de este periodo (338-146 A.E.) es la expansión del pensamiento y de las instituciones griegas por todo el mediterráneo oriental. La circunstancia principal de este4 periodo se refiere al encuentro de instituciones y culturas, la rivalidad y la síntesis de las mismas; las civilizaciones, las ciudades y los imperios contrapuestos tienden a fundirse en un nuevo concepto de civilización y cultura.

El mundo del pensamiento es abordado por ARISTÓTELES, y sus teorías se apartan fundamentalmente del ideario Platónico. Si Platón se ocupo del mundo de las ideas, de lo que debiera ser, Aristóteles se dedica a lo que es, al mundo real, al mundo de los hechos y de la experiencia. Aristóteles, quien se intereso vivamente por las instituciones atenienses, redacto una Constitución de Atenas y gloso en otras obras las costumbres y las leyes de los pueblos barbaros y los pleitos de las ciudades. Su exploración del mundo de la política se oriento hacia el esclarecimiento de dos puntos que considero esenciales: Qué era lo más práctico en cada caso, lo más viable, sin perder la perspectiva del pueblo al que ha de aplicarse la constitución y, de otra parte, las condiciones materiales e históricas en que esta ha de funcionar, teniendo presente, en lo posible, todas las variaciones que permitan encontrar un punto intermedio que permita el funcionamiento normal de las instituciones.

El pensamiento Aristotélico, en relación con el arte de la política, no es relativista, en tanto en cuanto comprende al hombre y sus relaciones de compromiso con la polis (ciudad), es decir, al animal político inmerso en todas las actividades ciudadanas que tienen por objeto el bien supremo, pues, el hombre, sólo puede ser justo allí donde impere la justicia. Vale la pena recordar que, para Aristóteles, ni los extranjeros, ni los esclavos tiene nada que ver con la ciudad. El ciudadano esta acotado, en primera instancia, por su nacimiento, por su residencia y su edad, y, en segundo lugar, porque tiene capacidad de participar en la aplicación de la justicia y en el ejercicio de las funciones públicas. Lo que convierte al hombre en ciudadano es su capacidad, su aptitud, tanto para gobernar como para ser gobernado, para mandar y para obedecer. Esta circunstancia implica que sea un hombre libre y que entienda que la política es su principal ocupación.

Para Aristóteles existen tres formas virtuosas de gobierno: La monarquía, la aristocracia y la Politeia, y tres formas corruptas, la tiranía, la oligarquía y la democracia, esta última, entendía, que era la menos mala entre los tres regímenes anteriores. El criterio de selección no es otro que el que ofrece la distinción entre el ejercicio del gobierno en beneficio de los gobernantes (forma corrupta), o de los gobernados (forma virtuosa). Aristóteles insiste en que la constitución solo puede existir cuando descansa sobre una clase media numerosa, es decir en una sociedad en la que se combata el exceso de riqueza y la desmesura en la pobreza. Observamos que son las clases medias las que respetan las leyes, las que buscan la estabilidad, las que desean, por encima de todo, el interés general. Cualquier sistema de gobierno, según Aristóteles. Debe cumplir tres funciones a saber: deliberaciones sobre política general, decisiones concernientes a la función pública administrativa y las decisiones del poder judicial.

Vistas desde nuestra perspectiva, la división del poder Aristotélica, nada tiene que ver con la moderna división de poderes que hemos heredado de Montesquieu, de quien hablaremos más adelante.

Con posterioridad a Aristóteles, el pensamiento político entra en un periodo infructuoso provocado quizás por la persistencia de la monarquía y la quiebra de la polis o por el abandono de la política por parte de la filosofía. Ni los Peripatéticos, que centran el problema en la economía; Ni los Cínicos, Epicúreos y Estoicos, que se ocuparon del individuo, aportan nada nuevo a los conceptos políticos propiamente dichos. De Ahí que, los estoicos asocian su pensamiento a la monarquía y ejercen su influencia a través de los reyes helénicos.

PARA REFLEXIONAR.

Pues la ciudad, como tú lo estás viendo,
Padece horrible tormenta
Y le es imposible sacar la cabeza
Del fondo del sangriento oleaje.
Se consume en los frutos muertos de sus feraces tallos.
Se consume en los rebaños de su pastoreo
Y en los infecundos partos de sus madres;
Y, sobre todo esto, un dios armado de fuego,
Una peste asoladora, ha embestido la ciudad
Y la acosa, y va dejando vacía la mansión de Cadmo,
Y se llena de lamentos y gemidos el negro infierno.
Sófocles, “Edipo”.
Así hablaba un sacerdote en defensa de los ciudadanos de Tebas.

La libertad

“Cierto pueblo tomó durante mucho tiempo por libertad el uso de llevar una larga barba…, cada uno llamo libertad al gobierno que era conforme a sus costumbres o a sus inclinaciones. Como en la democracia el pueblo parece hacer, poco más o menos, lo que quiere, se cifro la libertad en esta clase de gobiernos, y se confundió el poder del pueblo con la libertad del pueblo…, pero la libertad política no consiste en hacer lo que se quiere”

Montesquieu, “El Espíritu de las leyes”

Carlos Herrera Rozo.

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