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martes, 20 de enero de 2009

AL TLC CON COLOMBIA NO LE VEMOS MUCHO CHANCE

¿QUE POSIBILIDADES HAY DE QUE EL NUEVO GOBIERNO NORTEAMERICANO IMPULSE EL TLC EN COLOMBIA?

ENTREVISTA A Stanley Gassek, uno de los directores de AFL-CIO, el sindicato más grande de Estados Unidos habla sobre las posibilidades que el nuevo gobierno impulse el TLC con Colombia.
Por Agencia de prensa Escuela Laboral Sindical



¿Cómo se puede hablar de TLC y de integración económica con Colombia, un país donde la ventaja competitiva se da a través de la violencia contra los sindicalistas y las libertades sindicales?". cuestiona Stanley Gassek, Director adjunto del Departamento Internacional de la AFL-CIO



¿Háblenos primero de lo que significa para la AFL-CIO la posesión del presidente Barack Obama. ¿Eso la fortalece?

Sí, indudablemente. Ahora estamos más fortalecidos en términos políticos, porque, como se sabe, el sindicalismo de mi país tiene más influencia en el partido Demócrata que en el Republicano. Si McCain hubiera ganado la presidencia habría sido desastroso para nosotros, porque él estaba representando, en términos laborales y económicos, la continuidad del régimen Bush.


Ahora hablemos del TLC. ¿Cuál es la posición actual de la AFL-CIO con respecto al Tratado de Libre Comercio con Colombia?

Nuestra posición no ha cambiado. Para nosotros hay temas que son imprescindibles para apoyar el TLC con Colombia tal como fue negociado. En primer lugar por la situación de nuestros pares sindicalistas en Colombia. Estoy hablando de la CUT, CTC, la CGT y la asociación de pensionados, que hablan en nombre del movimiento sindical de su país. Somos solidarios con ellos en temas como la violencia antisindical.

El Gobierno colombiano se jacta de que esta violencia ha bajado, pero lo ocurrido en el 2008 muestra lo contrario. Los últimos datos de la Escuela Nacional Sindical documentan 46 casos de homicidio de sindicalistas, 8 más que el año 2007. O sea que ese problema sigue peor. Pero aparte de los crímenes, la cuestión más intolerable para nosotros como movimiento sindical internacional, es la impunidad. En los más de 2.600 asesinatos de sindicalistas ocurridos desde 1986, la impunidad es del 96%. La incapacidad judicial en Colombia hace imposible hacer un cambio en la tasa de impunidad Y a eso se suman casos de violencia como las amenazas, secuestros y otras agresiones. Estamos hablando de más de 8.600 casos, que hace más amplia la tasa de impunidad. Eso para nosotros es inaceptable.

¿Cómo se puede hablar de TLC y de integración económica con Colombia, un país donde la ventaja competitiva se da a través de la violencia contra los sindicalistas y las libertades sindicales? El problema con el registro de sindicatos es otro punto en el que no ha habido hasta ahora progresos suficientes.

¿No le reconocen al gobierno colombiano ningún avance?

Un punto a reconocerle al Gobierno son las inversiones para la Fiscalía General, para más promotores y fiscales investigadores. Se puede reconocer más inversión para la protección de sindicalistas, más esquemas de seguridad para dirigentes. Esto tiene que ser reconocido. Pero la pregunta principal es: ¿cuál es realmente el efecto de estas inversiones y de las medidas que se están tomando? ¿Están dando resultado? Nuestra impresión es que no se han revertido en solución de la impunidad.

También sabemos que en el caso de los paramilitares, éstos se están reorganizando en las Águilas Negras, que se sabe han seguido como responsables de las amenazas y hechos de violencia contra trabajadores y sindicalistas, especialmente en la región de Arauca. Y eso a pesar de la declaración del gobierno de que no habrá ninguna amnistía para las Águilas Negras. A menos que haya un cambio en el estado de la impunidad, de castigo a los responsables materiales e intelectuales, no se va a corregir la situación. Ni nosotros como organización ligada al movimiento sindical mundial vamos a cambiar nuestra posición con respecto al TLC con Colombia.

Durante el paro de los corteros de la caña ocurrido el año pasado, la Confederación Sindical de las Américas, de la cual la AFL-CIO es un pilar muy importante, se pronunció a favor de la causa de los corteros y en contra de las cooperativas de trabajo asociado, que es un sistema de contratación muy extendido en Colombia. ¿Será que el desmonte de estas cooperativas es otro obstáculo que ustedes ven para poder apoyar el TLC?

Es una cuestión que tiene que ver con la tercerización laboral, no relacionada con cuestiones de violencia. Lo que nos preocupa es que las cooperativas, que son legales y muy populares en Colombia, aparte de ser un instrumento para reducir salarios, están acabando con las libertades sindicales, porque los afiliados a las cooperativas no pueden entrar en el proceso de registro sindical que lleva el gobierno, y así las empresas esquivan las obligaciones con los derechos de negociación colectiva con los sindicatos. Las leyes que ha aprobado el gobierno para tratar de acabar con la intermediación de las cooperativas no han sido suficientes, como se vio recientemente con el paro de los corteros de caña.

Se puede pensar que detrás de su no apoyo al TLC con Colombia, lo que están haciendo ustedes los sindicalistas estadounidenses es proteger a los trabajadores y obreros de su país, ya que un libre comercio con Colombia les puede significar pérdida de puestos de trabajo. ¿Es correcta esta apreciación?

Ese es un argumento falso de nuestros críticos, que dicen que es una reacción proteccionistas por parte de los sindicatos de Estados Unidos. Preguntan ¿Por qué no están de acuerdo con un TLC si así Estados Unidos podrá exportar más a Colombia?

Pero ese es un supuesto falso. Las importaciones colombianas, incluso a través del sistema de preferencias, no representan una gran amenaza al empleo de los trabajadores de Estados Unidos, son mínimas. Pensar que un TLC con Colombia va a salvar la economía de Estados Unidos, es ridículo. Es más, sin necesidad de TLC las exportaciones de mi país a Colombia han aumentado en los últimos dos períodos. Lo que puede ocurrir es más bien lo contrario: los subsidios masivos que en Estados Unidos tiene el tema de los agroproductos, podrían tener efectos nocivos para el desarrollo y el empleo sostenible en Colombia.

Aparte de la violencia antisindical, las cooperativas y los otros temas que usted menciona sobre libertades y garantías sindicales en Colombia, ¿tienen otros argumentos para oponerse al TLC?

Hay otras trampas en el TLC que no son muy reconocidas en el debate, muchos caballos de Troya que no tienen nada que ver con libere comercio, en el sentido de bajar las barreras arancelarias. ¿Qué tiene que ver la necesidad de negociar los servicios públicos de arriba para abajo, con el objetivo de privatizarlos? Bueno, casi todos los servicios públicos están ya privatizados en Colombia. Esto también tiene que ser parte de un pacto comercial entre ambos países.

¿No ve entonces fácil que este año se apruebe el TLC con Colombia?

En este momento al TLC no le vemos mucho chance de aprobarse, ya veremos qué pude pasar más adelante. Lo otro es que no entendemos la insistencia del gobierno colombiano en este tratado. Si hablamos inteligentemente sobre acceso a los mercados, un objetivo pude ser el TLC, pero hay otras maneras de ayudar al pueblo de Colombia, y no necesariamente con un TLC. Además si pensamos en el desarrollo sostenible, el TLC con su estructura y sus proyecciones más escondidas podría ser incluso contraproducente para los fines de desarrollo sostenible de Colombia. Hay que ser objetivos, hay que bajar las presiones, y no pensar que el TLC es el único camino hacia una recuperación económica para Colombia y para Estados Unidos.

En el contexto de la crisis económica que afectará duramente este año a Estados Unidos, ¿cuál es la posición de la AFL-CIO?

La crisis económica y financiera en la que ya estamos metidos, es la peor desde la Gran Depresión de principios del siglo pasado, y no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo. Nosotros decimos que hay que prestarle toda la atención a la economía real. Hay que hacer una inversión muy seria en las industrias básicas y reales, porque una vez que tengamos más infraestructura, más empleo decente, podremos empezar el proceso de recuperación. Incluso en el caso de la industria automotriz.

Nosotros en la AFL-CIO apoyamos el paquete de ayuda del Gobierno de Obama a esta industria, pero con la condición de que el peso de la crisis no caiga en los hombros de los obreros y trabajadores, que no son los responsables de la debacle de esta industria ni de la quiebra financiera que la produjo. Otra condición es que la industria automotriz sea más exigente y más compatible con la protección del medio ambiente, construyendo carros con menos emisión de gases contaminantes. En los últimos ocho años esta industria no invirtió y bajó su eficiencia y los estándares frente al medio ambiente.

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