MOTIVOS PARA LA
DESOBEDIENCIA CIVIL Y LA INSURGÉNCIA.
En Colombia ya no tenemos
recuerdo cierto, fecha fija, de
cuando se inicio la violencia política. Todos los
Colombianos, por activa o por
pasiva, hemos nacido y vivido
dentro de la contienda
sin que
nadie nos dé
explicaciones y, en el
evento de que
las den, son tan parciales y amañadas que
rozan lo irracional y provocan mas malestar que atisbos
de solución. Lo único verdaderamente cierto es que
ha existido y existe un grupo
minúsculo de ciudadanos que, prevalidos
del poder que les han otorgado
las urnas, le
han sacado suculentos beneficios
económicos a la
contienda, y que gracias al uso abusivo del mandato que
les otorgaron sus conciudadanos,
para mantenerse al frente
del estado, ofrecen sacar al resto
de la población de
la pobreza en que siempre
la han mantenido al vaivén de
los ritmos económicos.
Es curioso, por decir lo menos, que con mayor o menor fuerza todos
los grupos políticos de
centro, de derecho o izquierda,
ismos mas , ismos menos, se
declaren adalides en la
defensa de los pobres. También
es cierto que
dentro de estos
grupos políticos algunos tienen
un mayor compromiso con la
ciudadanía que otros. Alguno
de ellos hace un mayor esfuerzo
para conseguir que
la igualdad de oportunidades, tan
pregonada en el Contrato Social,
sea una
realidad, mientras que otros, con
menos conciencia, retuercen la
realidad y ponen la pobreza como
si ella fuera culpa
de los propios pobres, es decir,
como si
se fuera pobre por pereza
al trabajo y no como producto de una
explotación laboral injusta. Dicho de otra forma hay
quienes creen, de mala fe
por cierto, que la pobreza es un problema relacionado
con las familias rotas, los
problemas de delincuencia, la falta
de educación, de cultura,
de dependencia que las
ayudas públicas no hacen sino
agravar, amén de otras
variables que no debemos
perder de vista
en el análisis de
los problemas sociales para darles explicaciones
globales y soluciones universales
de conformidad con el
Contrato Social al cual nos
debemos. De otra parte, no debemos perder el
punto de vista de la
derecha extrema, según el
cual, despotricar contra
los pobres es
una buena política toda
vez que con ello
se salvan las políticas
neo-liberales, tan en boga
hoy en día, y
que solo benefician a
los grandes pulpos
financieros internacionales
en detrimento del resto del
tejido económico de una nación, de
forma especial, de
los pequeños industriales y comerciantes , y de manera
grave , de los emprendedores.
Si somos un poco
más exigentes tenemos la
obligación de auscultar
lo que afirman hoy
las principales corrientes sociológicas
en relación con la
pobreza que azota
las sociedades contemporáneas por ser
bien diverso a
lo que ocurría
en los años 60 o
70. Antes los salarios subían
de conformidad con la inflación
y en relación con la
productividad del trabajador,
y hoy,
de acuerdo a la
productividad que declare
la empresa, de buena
o de mala fe, por cuanto
el estado carece de
controles efectivos para
conocer los beneficios
de los empresarios. Este sistema ha
conseguido que la mayor
parte, casi un 80%, de la
manos de obra haya sufrido una
rebaja considerable en sus
salarios, llegando en un alto porcentaje hasta
el 50%. Esta rebaja en los salarios de los trabajadores, y no el deterioro
social, si su
consecuencia, es la razón por la
que la pobreza
es cada día
más grave ,con el inconveniente
agregado que el país,
en general, es cada
vez más pobre, los problemas
sociales más acusados,
la criminalidad en aumento,
la violencia social
a flor de
piel y la brecha
entre unos pocos ricos y los pobres cada vez
más amplia. Dicho con mayor
claridad, más aun si cabe, la
pobreza se ha convertido en parte
de un problema más
general de aumento
de la desigualdad
salarial, de una economía basada
en los principios ideológicos
del Neo-liberalismo, según la
cual todos los rendimientos del crecimiento económico deben
ir a
parar a manos
de una pequeña élite, mientras el
resto de
la población, a pesar
de su esfuerzo laboral en las cadenas
de montaje, debe quedarse atrás.
Ahora bien, ¿debe quedarse
la ciudadanía inerme ante
estos hechos o debe protestar?
Seguramente la
posición más conservadora del
ámbito social responderá
que NO SE DEBE RESPONDER. Y,
como de
costumbre, argüirán en su
favor que El ESTADO es el PROBLEMA y no
la SOLUCIÓN. Que el Estado no
debe intervenir en la cosa
económica dado que la
economía, según ellos, es
del ámbito privado. Cuando se trata
de beneficios, tanto para los
bancos como para las grandes
empresas y multinacionales,
los beneficios son privados, pero cuando
se trata de perdidas, como ha ocurrido
en esta crisis, las pérdidas
se socializan y las
pagamos, a través del
Estado, todos los
ciudadanos con lo que generan
sus impuestos para salvar
a las grandes empresas de
la quiebra, que
ellas mismas han
generado, para ampliar
sus ganancias a expensas
del saqueo de sus propios bienes.
En mi opinión los
ciudadanos, tanto de conformidad
con el Contrato Social como con nosotros mismos, tenemos
derecho a la protesta , a exigir en ella,
que se cumpla
la ley. No es posible que
el 1% de la población mundial viva, cómodamente, a
expensas del resto, a
quienes nos tratan como esclavos.
Todo esto ocurre porque
el grueso de la población ha olvidado cuales son las
normas de convivencia
que nos hemos
impuesto, ni cuales las
razones que nos
llevaron a aceptar dicha imposición. Cuando un
conglomerado social decide
vivir en paz se da, para que
se cumplan, una serie de
normas sin las cuales devendría imposible una mínima convivencia, lo que
conocemos como “Contrato Social”.
Ni que decir que no es necesario
citar aquí a
los grandes tratadistas
de la teoría del Estado
como Juan Jacobo Rousseau. Jhon
Looke o Hobbes. No hace falta, lo fundamental
es saber a
que hemos renunciado
voluntariamente y a cambio
de que. En Colombia, el
desconocimiento de estos
supuestos nos ha arrojado nuevamente
a la barbarie sin que ningún “líder político”, ni social, ni religioso haya tratado
de enmendar el rumbo. ¡No les
interesa!
Entregar parte
de la libertad individual, abjurar de la ley
del más fuerte, abstenerse de la acumulación indiscriminada de bienes
abusando del poder, evitar o
controlar los monopolios y los oligopólios, dotarse de leyes
que pongan limite al enriquecimiento ilícito de unos pocos para evitar
el empobrecimiento de las
mayorías y la profunda brecha
que abre las desigualdades
sociales, asegurar que las
fuerzas y cuerpos de seguridad
del Estado son los garantes del orden público, garantizar la
salud y la educación, desprenderse de parte de las ganancias legitimas y entregarlas,
en forma
de impuestos, al Estado como
fundamento de la redistribución del ingreso, respetar a
las minorías y a los
más desafortunados, acatar la justicia
y renunciar a la
venganza dejando a
los jueces y solo a
ellos la administración de la justicia, castigar con severidad
a quienes hagan uso fraudulento del erario público son , a
vuelo de pájaro, los
fundamentos del Contrato Social, DEL ESTADO DE DERECHO, que
en las democracias, el gobierno
de turno, represente la ideología
que represente, sea del color
que sea, ha de
hacer cumplir para beneficio
de todos los
asociados.
Después de este sucinto análisis tenemos que
convenir que en Colombia, los
últimos gobernantes, han hecho
añicos el Contrato Social. Los ciudadanos no reciben nada a cambio de lo
que se han obligado y por el contrario se les trata como disminuidos
mentales y crece abiertamente y
sin control el crimen organizado.
Ante esta situación
llega un momento en que no queda
razón alguna para que
los ciudadanos cumplan la parte del pacto
del Contrato Social al que
voluntariamente nos hemos
adherido. Si el Estado deja de
cumplir las funciones para el
cual fue creado, cumplimiento total del
Contrato Social sin menoscabos y exclusiones, ¿Por qué hemos de
pagar Presidentes, Ministros, Cuerpos Colegiados y de ahí para bajo?
¿Por qué hemos de pagar impuestos a quien ha
incumplido su parte del trato y no me proporciona, a cambio
de ellos, educación, sanidad, cultura,
justicia, obras públicas, etc, etc, que
son el motivo por los que
LES HEMOS ENTREGADO PARTE FUNDAMENTAL
DE NUESTRAS LIBERTADES Y DERECHOS PERSONALÍSIMOS ? Creo, con
dolor, por lo que para
mí y para los
ciudadanos de bien
representa nuestro país, que hemos
llegado al extremo
en el que LA
DESOBEDIENCIA CIVIL , otro concepto clásico
que las nuevas
generaciones desconocen, está
plenamente justificada. Si
los últimos Gobiernos han
roto el Contrato Social y el
Estado de Derecho, los
ciudadanos no tenemos ninguna
obligación de seguir
cumpliéndolo. Lo curioso es
que estos gobernantes
luego se preguntan
sorprendidos: ¿Por qué hay insurgéncia? ¿A qué tanta criminalidad?